Capítulo III - Damas y Caballeros Cristianos
¿Se ha preguntado esto?: ¿Está obligado un cristiano a comportarse como “Dama” o “Caballero” con los demás? Y también ¿cuáles son los elementos que constituyen una “Dama” o un “Caballero”? Las palabras del famoso Cardenal Juan Enrique Newman del Oratorio de Birmingham, nos ayudarán a responder a estas preguntas.
Se preguntará “¿tienen los buenos modales y los refinados sentimientos del caballero (o de la dama) algo que ver con la religión?”. Y “¿puede la promoción del contacto con algo meramente superficial elevar, en realidad, a una persona? ¿Lo máximo que se le pudiera acreditar sería excelencia moral?”.
Al responder, el Cardenal dice que “no se trata aquí sólamente del refinamiento de la mente, sino de algo añadido a la más alta perfección religiosa.” Usando como ejemplo a los primeros padres del Oratorio, dice el Cardenal que aquellos padres no sólamente son santos, sino, le agregó “. . . que son caballeros también. . . “.
“Se puede decir que el verdadero refinamiento de pensamiento, de palabra y de buenos modales es el lógico resultado de la santidad cristiana y es la inevitable consecuencia vista en sus efectos completa y finalmente realizados. . . . Pues no es nada más que la instrucción seglar, la crianza fina, la sociedad buena, la formación clásica que estén en beneficio del cristiano; primero, porque al menos excluyen sus contrarios, los hábitos de rusticidad o de rareza o de afectación, y por eso, protegen y hacen sitio, sin obstáculo, al desarrollo del carácter santo en todos sus aspectos y después, porque se prestan para animar y completar aquel desarrollo; y finalmente, porque cuando después de todo, hay un desarrollo deficiente, debido a un defecto o a otro, al menos pueden simularlo, proporcionado, desde principios inferiores y por medio de instrumentos seglares, aquel refinamiento que debe de resultar, y que en realidad resulta muchas veces de la fe y amor cristianos hasta en los más humildes y los menos educados (Newman the Oratorian, “Newman’s Oratory Papers, No. 5,” by Placid Murry, O. S. B., Fowler Wright Books Ltd., Leominster, Herefordshire: 1980, p. 190.)
Fundamentos de Buenos Modales
1. Principios Generales
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1.1 Conocer, amar y servir a Dios: ¿Por qué es importante actuar como caballero o dama? Como seres humanos tenemos el deber de comportarnos así. Como cristianos creemos que Dios nos ha creado para conocerlo, amarlo y servirlo. Él mismo nos ha revelado la manera de cumplir con estas obligaciones: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4-5; Marcos 12:29-31). Jesús, Hijo único de Dios nos enseña con claridad la actitud que debemos tener hacia nuestro prójimo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Juan 13:34). La autoridad de Dios determina que le amemos a Él y a los demás y Su Hijo Jesús nos enseña la manera en que realizamos aquel amor. Sólamente que le lleve a este fin, justificará que el cristiano sea dama o caballero.
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1.2 Vida virtuosa: Jesús vino para enseñarnos cómo vivir. Cuando nos esforzamos para imitarlo, tratamos de cultivar hábitos que nos harán conformar la vida a la de Él. Estos hábitos se llaman virtudes. Por eso, el Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr procura enseñar a sus alumnos la vida virtuosa. Para realizar este fin, del Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr, en primer lugar, les presentan las verdades reveladas a la Iglesia de Cristo. Segundo, les ayuda en la formación de una conciencia sana. Y tercero, les instruye en el ascetismo, mostrándoles los cauces de la gracia divina con los cuales pueden cultivar la virtud cristiana. La virtud se define como “el hábito de hacer el bien”. Un hábito, en cambio, es la facilidad en hacer algo. Una virtud tiene carácter propiamente cristiano cuando una persona bautizada posee la facilidad de hacer el bien, así como Jesucristo nos ha explicado lo que es bueno. Las damas y caballeros cristianos son aquellos cuyas vidas reflejan habitualmente un “refinamiento cultivado” en su trato con los demás, haciendo atractivo tanto a Cristo como a la vida virtuosa cristiana. Es la frase “refinamiento cultivado” que difiere la dama o caballero cristiano de los demás cristianos. Al darse cuenta de esta realidad, el Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr se esfuerza para ayudar a sus alumnos en cultivar (1) una conciencia cristiana bien formada y (2) una vida virtuosa de carácter cristiano a la cual estará agregado el “refinamiento cultivado” que los identificará como damas y caballeros cristianos.
2. Cualidades que Forman el Carácter
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2.1 Sé humilde: Es de los caballeros y damas católicos sacrificarse y ceder a los demás: primero, los demás; despues, su servidor. Al entrar en un cuarto, antes de pasar por la puerta, por instinto, se debe decir, “Después de Usted”, “Permítame. Usted primero, por favor” o una frase de semejante cortesía. En cualquier ocasión que las personas estén a punto de tomar algo (por ejem. comida en un buffet) y dos personas lleguen al mismo tiempo, la misma regla entra en vigor. Los buenos modales están cimentados en sacrificarse y ceder a los demás, y no en el egoísmo y la arrogancia. “Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo” (Efesios 5:21). “Nada hagais por rivalidad, no por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo” (Filipenses 2:3). “Así, los últimos serán los primeros y los primeros, últimos” (Mateo 20:16).
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2.2 Sé modesto: Nunca seas altanero. Si realizas algo especial por lo cual te felicitan, efectivamente debes decir, “Muchas gracias. Estoy agradecido con Dios por dignarse concederme estos dones para su mayor honor y gloria”. Pon en práctica la modestia en toda ocasión. “Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor” (Romanos 12:9-11). “Así mismo que las mujeres, . . . se adornen con pudor y modestia, no con . . . vestidos costosos, sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad” (I Timoteo 2:9-10). La modestia es virtud. Ser modesto implica comportarse con moderación y control, es decir, en sus acciones, en su manera de vestirse y conversar. Los pecados en contra de la modestia son, de una parte, impudicia, basteza y grosería; de otra parte, finura y delicadeza excesiva. La modestia promueve los buenos modales y las relaciones armoniosas. Ser modesto es ser decente. La modestia inspira a escoger bien en vestirse y señala a guardar silencio cuando hay riesgo de satisfacer una curiosidad enfermiza. La modestia es discreta.
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2.3 Sé persona de integridad: Sé honrado, veraz y puro. La integridad significa completo, íntegro, que todas las piezas de la personalidad estén arregladas en su propio lugar. No se puede ser cristiano sin desear la integridad personal; pues, si la vida moral del cristiano tiene contradicciones interiores, sufre inquietud constante. Por eso, el cristiano debe ser constante. Si quiere amar a todo hombre, no puede tener preferencias por los ricos y poderosos, sino debe esforzarse para amar por igual a los pobres y débiles. Además, debe cumplir todas sus promesas con todos. “Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de labios perversos y además necio (Proverbios 19:1). “Amad la justicia, los que juzgáis la tierra, pensad rectamente del Señor y con sencillez de corazón buscadle” (Sabiduría 1:1). “De los impuros, ¿qué pureza puede resultar? de la mentira, ¿qué verdad puede salir?” (Eclesiástico 34:4). “Tú, en cambio, hombre de Dios, . . . corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura” (I Timoteo 6:11). “Si decimos: no hemos pecado, le hacemos mentiroso y Su Palabra no está en nosotros” (I Juan 1:10). “El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en necesidad” (Efesios 4:28). “Los labios sinceros permanecen por siempre, la lengua mentirosa dura un instante” (Proverbios 12:19). “Salvador de vidas es el testigo veraz, quien profiere mentira es un impostor” (Proverbios 14:25). “Ciertamente no somos nosotros como la mayoría que negocian con la Palabra de Dios. ¡No!, antes bien, con sinceridad y como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo” (2 Corintios 2:17). “Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Filipenses 4:8). “Consérvate puro (I Timoteo 5:22). “Todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica a sí mismo, como Él es puro” (I Juan 3:3)
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2.4 Pórtate bien, no seas grosero al hablar ni tengas mala compañía: “Y cuando oréis no seáis como los hipócritas” (Mateo 6:5). “No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen” (Efesios 4:29). “Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. . . . Sin devolver a nadie mal por mal, . . . no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos amigos, dejad lugar a la Cólera Divina” (Romanos 12:14- 19). “El que anda con los sabios será sabio; quien frecuenta los necios se hará malo” (Proverbios 13:20). “Lo mismo le ocurre al que convive con el pecador y comparte sus pecados. Una hora aguantará contigo, mas si te desmandas, no lo soportarás. En sus labios pone dulzura el enemigo, mas en su corazón trama arrojarte a la fosa. En sus ojos lagrimea el enemigo, mas si topa ocasión, no se verá harto de tu sangre. . . . El que toca la pez, se mancha, el que convive con el orgulloso, se hará como él” (Eclesiástico 12:14-13:1).
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2.5 Sé disciplinado: La Biblia dice con claridad que la disciplina es necesaria para crecer sanamente en el ejercicio de la sabiduría y la caridad. La vida misma enseña que a la larga no nos conviene que siempre nuestros deseos reciban satisfacción instantánea y que debemos aprender a postergar satisfacción inmediata por metas más nobles e importantes a largo plazo. Nuestra voluntad por la naturaleza humana caída dice a gritos “urgencia inmediata,” exigiendo atenciones ahora mismo. Por eso, para saber la voluntad de Dios y, así poder considerar a los demás de una manera no egoísta, la disciplina y dominio de nosotros mismos son indispensables. Como la virtud es el hábito de hacer el bien, la disciplina vestida de “gracia” nos detiene, lo que, en cambio, nos da tiempo para volver a enfocar, permitiéndonos concientemente dirigirnos a Dios como objeto de nuestro comportamiento. Hacer la voluntad de Dios no viene automáticamente. Es el fruto de mucha práctica: disciplina. La virtud, por lo tanto, depende de la fortaleza de la voluntad y la perseverancia. Pues, para el estudiante, la vida virtuosa promueve no sólamente buenas costumbres de estudio sino también fomenta la paciencia y la capacidad de profundizar la dinámica en su trato con los demás. La práctica de esta “reflexión detenida” disminuye las reacciones impulsivas y ciegas y facilita la acción deliberada e inspirada y ésta, en cambio, hace florecer la caridad y los buenos modales. Conviene repetir que la vida virtuosa no viene automáticamente sino que es el resultado de la disciplina. La Biblia tiene muchos consejos para cultivar esta virtud. “No desdeñes, hijo mío, la instrucción de Yahvéh, no te dé fastidio su reprensión, porque Yahvéh reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido” (Proverbios 3:11-12). “Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre . . . Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz; camino de vida los reproches y la instrucción” (Proverbios 6:20-22). “Pues el Espíritu Santo que nos educa huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la iniquidad” (Sabiduría 1:5). “Pues su comienzo es el deseo más verdadero de la instrucción, la preocupación por la instrucción es el amor” (Sabiduría 6:17). “Hijo, dedícate a la disciplina desde tu juventud, y hasta tu vejez encontrarás sabiduría” (Eclesiástico 6:18). “Música en duelo es un relato inoportuno, azotes y disciplina son siempre sabiduría” (Eclesiástico 22:6). “Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, a mi corazón la disciplina de la sabiduría” (Eclesiástico 23:2). “El que teme al Señor acepta la disciplina, los que madrugan encuentran su favor” (Eclesiástico 32:14). “Disciplino a mi propio cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado” (I Cor. 9:27). “Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la disciplina religiosa es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura (I Timoteo 4:8). “Sufrís vuestras pruebas como disciplina de Dios que os trata como sus hijos” (Hebreos 12:7)
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2.6 Piensa antes de hablar: Pon mucha atención en lo que pueda resultar a causa de tus palabras.
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2.7 No te dejes llevar por la necesidad compulsiva de hablar: A veces hablamos únicamente porque queremos que los demás nos vean inteligentes, interesados, etc. Es muy raro que tal reacción resulte productiva.
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2.8 Sé ordenado: Sé disciplinado y organizado en tu higiene, en tu vida espiritual, en tu forma de vestir y en tus hábitos de estudio. Procura estar bien arreglado. Procura rezar con regularidad. Procura que tu ropa esté limpia y no absurda y rara: guárdate de la manía de modas, porque las personas más débiles de la mente se dejan llevar por el capricho de modas. Procura que tus libros, materiales y tiempo para estudiar estén bien organizados.
3. Trato con los demás en general
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3.1 Sé amable, cortés y amigable: Esfuérzate por ser servicial y amable con todos. Haz lo posible para dar una buena impresión, si has sido correctamente presentado o no. Se sociable y amistoso. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forestero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme” (Mateo 25:35-36). Ten presente la “Regla de Oro”: “Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos”. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 7:12; 22:34-40). “La caridad es paciente, es servicial” (I Corintios 13:4). “En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación” (Filipenses 14:4). “En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gálatas 5:22-23)
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3.2 Di “por favor”, “mande”, “disculpe” y otras frases de cortesía: En toda ocasión que pidas algo, debes decir “por favor,” “haga el favor de,” “tenga la bondad,” etc., por insignificante que te parezca la petición; por ejemplo, “Por favor, páseme la sal,” “Discúlpeme, por favor.” Si no alcanzas a entender lo que alguien acaba de decir, no digas jamás “¿Qué?” sino “Disculpe. No alcancé a entender.” “Amonésteles que vivan sumisos a los magistrados y a las autoridades, que les obedezcan y estén prontos para toda obra buena; que no injurien a nadie, que no sean pendencieros sino apacibles, mostrando una perfecta mansedumbre con todos los hombres” (Tito 3:1-2)
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3.3 Nunca digas, “Tu dijiste . . .”: Cuando intentes citar o repetir lo que otra persona acaba de decir, nunca digas, “Tú dijiste que . . . “, sino “Lo que entendí de lo que decías es . . . ”. No es sino Dios Todopoderoso, quien conoce las cosas tal y como son. Quizás lo entendiste mal, a no ser que estés leyendo el texto verdadero. Por eso, la manera correcta es: “Lo que entendí de lo que decías es . . . ”. Si no tienes razón, la persona te va a corregir. Por otra parte, si alguien repite mal las palabras tuyas, no seas grosero diciéndole toscamente, “No es lo que yo dije”, sino, responde con “Creo que no me he expresado bien. Lo que yo en realidad quería decir es . . . .”
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3.4 Haz tu petición con cortesía y respeto: Nunca digas bruscamente,“Dame eso”, “Llévame allá”, “¿Quién era?”, etc. Más bien, di: “Sé tan amable de darme ese libro, por favor” o “¿Podrías hacerme el favor de llevarme a la iglesia el domingo?” o “¿Podrías decirme quién era?”. “En conclusión, tened todos unos mismos sentimientos, sed compasivos, amaos como hermanos, sed misericordiosos y humildes. No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto” (I Pedro 3:8-9)
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3.5 Nunca dejes de decir “gracias”: Cuando se te conceda lo que solicitas –sea un favor personal sea un trato impersonal– con una mirada fija a los ojos de la otra persona y con una sonrisa llena de gratitud, dile con voz alegre: “¡Gracias!” Para demostrar la autenticidad de tu agradecimiento, quizás puedas decorar tus sentimientos con: “Muchas gracias por ser tan amable”, “Mil gracias por su generosa amabilidad”. Lo bueno que miramos en los demás es un reflejo de la bondad de Dios: “Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros” (Filipenses 1:3).
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3.6 Saluda a los demás con sinceridad cristiana: Toma la iniciativa y esfuérzate para saludar a los demás. No esperes que ellos den el primero paso. Compórtate como auténtico caballero cristiano seguro en su identidad y propósito. “El que reciba a un niño como este en mi nombre, a mí recibe” (Marcos 9:37). Cuando saludes a los demás, estréchales la mano con firmeza, míralos a los ojos, y con cara sonriente, hazles saber que te alegras por conocerlos o por volverlos a ver. “Saluden a cada uno de los que creen en Cristo Jesús” (Filipenses 4:21). “Dios ama al que da con alegría” (II Corintios 9:7). “Amonesten a los que viven desconcertados” (I Tesalonicenses 5:14)
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3.7 No dejes que otros descarguen sobre ti sus quejas pecaminosas: Si alguien empieza a quejarse de otro, no le prestes atención. Pregúntale enseguida, “¿Por qué me lo estás diciendo a mí? Dícelo a él”. Si le haces caso, estás abriendo paso para que se sienta justificado en sus “quejas morbosas”. Además, ten presente que tu atención se puede interpretar como si estuvieras de acuerdo y, sin saber, te puedes encontrar implicado en algo muy desagradable.
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3.8 No fomentes a escondidas un desprecio por la autoridad: No participes en conversaciones que menoscaben la política y la autoridad de las Escuelas Oratorianas. Si tienes una queja admisible, ponla por escrito, fírmala y entrégala a correspondiente autoridad de la Escuela. Si es razonable, se la va a considerar con seriedad. Ten presente que un intento de poner en peligro la política y la autoridad de la Escuela, es motivo suficiente para la expulsión o para poner en práctica el derecho de las Escuelas Oratorianas de negarse a ofrecer los servicios al estudiante para el semestre siguiente.
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3.9 No te involucres en lo que no te corresponda: Guárdate del chisme que lastima a los demás, causando sospechas injustificables y poniendo en peligro la comunicación espontánea, entre los miembros de la familia oratoriana.
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3.10 No participes en la promoción de fracciones: Las fracciones dividen la familia de la Iglesia. Si te fijas en conversaciones no caritativas a espaldas de otros, pon en claro a sus promotores que no quieres ser partícipe. Diles con toda franqueza, “Si te es problema, dícelo a él; no a mí”. Los cobardes tienen miedo de confrontar a los que les molestan; por eso, les gusta descargar sus enfados en “tontos” como nosotros; y terminan justificando su comportamiento enfermizo por el mero hecho de que un “tonto” le haya dado dignidad a su basura, escuchándola.
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3.11 No interrumpas cuando otra persona esté hablando: Pon debida atención a lo que esté diciendo la otra persona y esfuérzate para no permitir que tu mente se vaya divagando; después, puedes dirigirte con precisión a lo que decía la persona, si en realidad hubiera necesidad de hablar.
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3.12 Antes de entrar en un cuarto, toca a la puerta: Nunca entres sin tocar. Prepara a los ocupantes, porque deben saber que estás por entrar. Puede ser que el maestro, o un alumno, esté involucrado en algo muy importante que quiera terminar antes de que permita que tú entres. Ten presente que el entrar durante una clase será una intrusión por la cual debes disculparte ante la clase y el maestro.
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3.13 Ofrece tu asiento a los adultos, visitantes, etc.: Si no hay suficientes asientos en la iglesia, en un salón de reuniones, en un autobús, etc., ofrece tu asiento a un adulto, un forastero, un visitante, especialmente a las damas, los ancianos y enfermos.
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3.14 No hagas burla a las personas con defectos físicos o cuyos cuerpos tienen partes exageradas: Burlarse de personas con defectos físicos, no solámente se opone a la caridad, sino que es una práctica rotundamente cruel y morbosa.
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3.15 No molestes holgazaneando por donde no debes estar: No distraigas con tu presencia a quienes están dando clases, estudiando o llevando a cabo asuntos urgentes o necesarios. Respeta a los demás en lo que consideren importante. No les hagas problemas.
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3.16 Los varones que tengan puesto sombrero deben quitárselo al entrar en una casa de otro o en un edificio público que merezca respeto especial: por ejemplo la iglesia, instalaciones de una iglesia, salón de ópera, biblioteca, Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr , etc., los hombres que tengan puesto sombrero, deben quitárselo inmediatamente.
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3.17 Abre o mantén abierta la puerta para que pasen los demás: Si estás pasando por una puerta y otros te siguen, mantenles abierta la puerta. Si otras personas están por entrar al mismo tiempo que tú, permite que ellos pasen primero, manteniendo la puerta abierta y diciendo “Permítame el honor de abrirle la puerta”
4. Trato con Mayores
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4.1 Respeta a tus padres y esfuérzate por complacerles: “Respete cada uno de vosotros a su madre y a su padre” (Levítico 19:3). “Quien honra a su padre . . . en el día de su oración será escuchado . . . Obedece al Señor quien da sosiego a su madre: como a su Señor sirve a los que le engendraron” (Eclesiástico 3:5-7). “El que roba a su padre y a su madre y dice: ‘No hay en ello falta’, es compañero del hombre destructor” (Proverbios 28:24). “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo” (Efesios 6:1). “Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor” (Colosenses 3:20). El respeto filial se muestra con verdadera docilidad y obediencia. “Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre . . . en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; conversarán contigo al despertar” (Proverbios 6:20-22). “Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que éstos dispongan para su bien o el de la familia” (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2217).
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4.2 Respeta a tus maestros: Los maestros tienen la delegada autoridad de tus padres en la Escuela. Ayúdales lo mejor que puedas. Ellos trabajan mucho para ayudarte a ti. “Él Mismo dio a unos el ser apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores, a otros, maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12). “Los niños deben de obedecer también las prescripciones razonables de sus educadores y de todos aquellos a quienes sus padres los han confiado” (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2217).
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4.3 Para mostrar respeto, da el debido tratamiento a todos: Si alguien mayor de edad o cualquier autoridad legítima se dirige a ti (o visceversa), al responder, debes por instinto darle su título apropiado: por ejemplo “Sí, Señora”, “No, Señor”, “No lo sé, Padre”, “Puede ser, Hermana” y frases similares. Nunca respondas de una forma ruda y estéril como “sí” o “no” o mucho menos como “órale,” “pos, sí”, “ajá”, “ne”, “no sé”, etc. “Que los más jóvenes, a su vez, se sometan a la autoridad de los presbíteros. Sean todos humildes en el trato que tienen con los demás,porque Dios resiste a los orgullosos, pero da su gracia a los humildes” (I Pedro 5:5).
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4.4 Discúlpate por estar mal vestido: Si no estás bien vestido (por ejemplo a punto de trabajar en el jardín, acabar de hacer ejercicios físicos, etc.) y si te encuentras con una visita imprevista de una persona que merezca mucho respecto – conocida o no– discúlpate por tu forma de vestir. “Disculpe, por favor, mi forma de vestir; pues, acabo de regresar de jugar volley, correr, etc.” Cualquier persona educada, al sorprenderte no preparado, se va a sentir con algo de pena, quizá más que tú. Pues, es de buenos modales tomar la iniciativa, disculpándote aún cuando, en realidad, no tengas por qué pedir perdón alguno. Es un gesto caritativo que, a lo largo, va a quitar obstáculos, promoviendo una comunicación más agradable.
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4.5 Dirígete a las mujeres con el respeto que merece el sexo femenino: El hombre culto nunca dice “aquella mujer” sino aquella señora –o señorita– pues, mujer suena a común y corriente. Por eso, si eres caballero, te vas a dirigir a las señoras, señoritas, etc., con la cortesía, deferencia y el respeto que le otorgaría a la reina de Inglaterra y a la dama de su familia real. No importa lo que hagan en otros lugares del planeta, en nuestra escuela e iglesia, es regla inmutable de orden decir: “Señora”, “Señorita”, “Doña”, “Damas”, etc. Los católicos se refieren a la Santísima Virgen María, Madre de Dios como Nuestra Señora, Our Lady, Notre Dame, etc. Nos da motivo la Biblia para dar respeto especial al sexo femenino: “Pero ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? “(Isaías 49:15). “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis Consuelo”. (Isaías 66:13). “Feliz el marido de una buena mujer, el número de sus días se duplicará. Una mujer valiente es la alegría de su marido, pasará en paz todos los años de su vida. Una mujer buena es don excelente, reservada para el que teme al Señor” (Eclesiástico 26:1-3)
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4.6 Dirígete a las mujeres con el respeto que merece el sexo femenino: El hombre culto nunca dice “aquella mujer” sino aquella señora –o señorita– pues, mujer suena a común y corriente. Por eso, si eres caballero, te vas a dirigir a las señoras, señoritas, etc., con la cortesía, deferencia y el respeto que le otorgaría a la reina de Inglaterra y a la dama de su familia real. No importa lo que hagan en otros lugares del planeta, en nuestra escuela e iglesia, es regla inmutable de orden decir: “Señora”, “Señorita”, “Doña”, “Damas”, etc. Los católicos se refieren a la Santísima Virgen María, Madre de Dios como Nuestra Señora, Our Lady, Notre Dame, etc. Nos da motivo la Biblia para dar respeto especial al sexo femenino: “Pero ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? “(Isaías 49:15). “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis Consuelo”. (Isaías 66:13). “Feliz el marido de una buena mujer, el número de sus días se duplicará. Una mujer valiente es la alegría de su marido, pasará en paz todos los años de su vida. Una mujer buena es don excelente, reservada para el que teme al Señor” (Eclesiástico 26:1-3)
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4.7 Los estudiantes varones saludan con inclinación y sombrero: Los estudiantes varones, al topar personas mayores –caballero o dama– en la calle, en el pasillo, en un claustro, etc., le saludan con una inclinación de la cabeza, y si usan de sombrero, se lo tocan. Detente, inclina un poco la cabeza, tócate el sombrero, diciendo, “Buenos días, señora”, “Buenas tardes, señor”. Si entablas una charla con la persona, quítate el sombrero y no te lo pongas hasta que la persona se marche. Pero si hace mal tiempo, mantén puesto el sombrero. Los caaballeros siempre saludan a las damas así.
5. Trato con Compañeros
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5.1 Nunca dejes que alguien sea castigado por lo que hayas hecho tú: No es sólamente un pecado cruel, sino un acto rotundamente morboso y cobarde.
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5.2 No intimides a los demás: sólamente los cobardes acosan a otros.
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5.3 No te burles de tus compañeros de clase ni les pongas apodos ofensivos: Sólamente los morbosos del alma se contentan al lastimar a los demás.
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5.4 No hagas trampas en los juegos: Los cristianos son honrados; quieren que el mejor hombre gane. Aunque es bueno querer y trabajar mucho para ganar, si somos vencidos, debemos de estar alegres por los ganadores. En estas ocasiones, el cristiano no se deja llevar por la tristeza, los celos o la envidia –aunque estos sentimientos puedan experimentarse de repente y sin querer–sino gózate de lo bueno que tengan los demás.
6. Buenos Modales en el Aula
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6.1 Buenos modales en la clase: La sala de clase también tiene sus reglas de urbanidad las cuales hacen más fácil la consecución de las metas pedagógicas. Cuanto menos se guarden estas reglas, más estarán en peligro la realización de los deseados fines educativos.
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6.2 Sé puntual: Llega a tiempo en toda ocasión; así demostramos nuestro respeto por los demás.
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6.3 Quédate en tu lugar: Procura mantenerte cerca de tu pupitre al momento de comenzar la clase.
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6.4 Prepárate para trabajar: Dispón los materiales de la clase en tu lugar antes de que llegue el maestro; por ejemplo, libros, pluma, rezos, etc. Todo lo demás debió haber sido guardado.
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6.5 Pon atención: Escucha con atención al maestro y escribe en tu cuaderno todas las cosas importantes que te haya preparado, especialmente lo que haya escrito en el pizarrón.
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6.6 Sé inquisidor; no, contencioso: Haz preguntas, pero no seas ofensivo, atacando al maestro sobre las enseñazas fundamentales de la Iglesia Católica, la tarea, su modo de dar clases, las preguntas que, con toda seriedad, busquen la verdad serán bien recibidas; preguntas de índole capciosa y política llevarán sanciones.
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6.7 Pide permiso para hablar: No hables sin pedir anteriormente permiso con la mano alzada; esta misma regla tiene vigencia mientras haya proyección de videos u otras actividades.
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6.8 Pide permiso para abandonar tu asiento: No abandones tu asiento sin pedir permiso anteriormente, y sólamente por motivos serios.
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6.9 Mantén un silencio respetuoso: No platiques con tus compañeros de clase sin pedir permiso anteriormente. El aula es un lugar sagrado donde nos enteramos de la verdad. Dios es la verdad.
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6.10 Conversación indispensable requiere permiso: El maestro debe mantener dominio en su clase. Sólo él tiene derechos para hablar mientras va enseñando. A ti te toca pedir permiso. No te comuniques con otros –verbalmente o de otra manera– sin pedir permiso anteriormente
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6.11 Sé honrado: No copies ni defraudes de ninguna forma.
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6.12 Mantén limpia el aula: Procura que el espacio alrededor de tu pupitre esté limpio; no tires nada al piso. Si te fijas en algo que deba de ser tirado al cesto, hazlo: tu recompensa será grande en el Cielo.
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6.13 Escribe con cuidado: En las tareas y los exámenes, escribe clara y legiblemente. Usa pluma. Si al maestro le cuesta mucho trabajo entender lo que escribiste, lo va a calificar como error o incompleto, según el caso.
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6.14 Discúlpate por llegar tarde: Si entras en tu aula tarde, pídeles disculpas al maestro y a los estudiantes. Procura que lleves una nota de tardanza de la dirección.
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6.15 No mastiques chicle ni comas: El aula es un lugar sagrado. En los lugares santos ni comemos ni masticamos chicle. Damas y caballeros no mastican chicle en lugares públicos como por ejemplo, iglesia, escuela, oficina de la escuela o de la iglesia, bibliotecas, salones de concierto, etc. A veces quizás sea necesario que mastiques chicle (para limpiar tus dientes, para refrescar tu aliento, para tomar medicina, etc.); en estas ocasiones, hazlo con toda discreción, no como vaca que rumia. De ningún modo debes dejar que truene.
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6.16 No juegues ni armes jaleo en el aula: Cristo dijo, “Soy el camino, la verdad, y la vida” (Juan 14:16). En el aula enseñan la verdad. Además, no es lugar idóneo para jugar. Alguien se puede lastimar. Por eso, no corras ni armes jaleo en el aula ni antes, ni despues de la clase.
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6.17 Entera a la dirección sobre daños en la propiedad: Si tú o alguien más hace daños en la propiedad de la iglesia, comunícalo a la dirección de las Escuelas Oratorianas.
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6.18 Oración al comienzo de cada clase: Todas las clases comienzan en el momento en que el maestro da principio a la oración; cada estudiante debe estar en su lugar; todas las clases se finalizan cuando el maestro dice, “¡Clase concluída!”.
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6.19 No hagas tareas de otra materia durante la clase: No escribas cartas, notas, etc., o no hagas trabajo de otra materia cuando el maestro está dando la clase o mientras se están realizando otras actividades como películas, videos, tareas de grupo, etc.
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6.20 No prestes atención al mal comportamiento de los demás: No promuevas ni cooperes en el mal comportamiento de los demás.
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6.21 No copies tarea: No permitas que nadie copie de tu tarea. Si los dejas, les haces daño. No permitas que se aprovechen de ti injustamente. Es pecado en contra de la caridad y la justicia. Tú tampoco debes copiar la tarea de otra persona.
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6.22 No toques el termostato ni el teléfono del aula: Sólamente los maestros, asistentes, etc., tienen permiso para ajustar la temperatura del aula o contestar el teléfono.
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6.23 Cuando una persona mayor entre en el aula, salúdale: Por ejemplo, ponte de pie y salúdale, diciendo: “Buenas tardes, Señor Smith”. Si no sabes cómo se llama la persona usa “señora”, “señor”; es decir, “Buenas tardes, señora”, “señor”, “Padre”, etc
7. Cualidades que Promueven la Seguridad
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7.1 No corras en las aulas, ni en los edificios o en los claustros: Si tienes prisa,camina rápido, pero con mucho cuidado.
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7.2 No empujes, no corras ni te abras paso a empellones: Si das empellones puedes lastimarte a ti y a los demás.
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7.3 Denuncia armas inmediatamente: Si alcanzas a ver o si tus sospechas se van convirtiendo en convicciones de que hay en el campus pistolas, navajas o cualquier otro instrumento que se considere peligroso, denúncialo cuanto antes a la Dirección del Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr. Existe la enorme posibilidad de que los estudiantes y el personal estén en mucho peligro. Sólo las autoridades del Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr pueden tomar esta decisión.
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7.4 Denuncia las drogas, cigarros, alcohol, etc., inmediatamente: Si alcanzas a ver o si tus sospechas se van convirtiendo poco a poco en convicciones de que hay en el Sistema Escolar del Oratorio de San Felipe Neri de Pharr drogas o sustancias estupefacientes ilícitas y peligrosas usadas de una manera nociva e ilegal; por ejemplo, cápsulas, pastillas, polvos, pintura, pegamentos, etc., denúncialo cuanto antes a la Dirección. El no reportar actividad ilícita puede resultar en tu complicidad con el acto.
8. Respeto por la Propiedad de la Iglesia
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8.1 No destruyas ni maltrates los bienes de la Iglesia: La propiedad de las Escuelas Oratorianas pertenece a la Iglesia. Denuncia la destrucción de la propiedad de la escuela cuanto antes. Es propiedad de Dios y nuestra escuela. Tienes el derecho a sentirte ofendido. Al denunciar al malhechor, no te consideres un chismoso sino un estudiante cristiano maduro y responsable. Si no denuncias al malhechor, volverá a hacer algo parecido y compartirás la culpabilidad porque tú permitiste que tuviera éxito en hacerlo.
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8.2 Ayuda a mantener limpios los baños: Cuando uses los baños, mantenlos limpios. No eres cochino en chiquero, sino cristiano caballero o dama que ama y respeta a su hermano. Pues, a nadie le gusta usar un baño que ha sido ensuciado por falta de consideración.
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8.3 No afees ni desfigures muros, paredes, puertas, etc: La propiedad de una escuela católica pertenece a Dios. Es pecado desfigurar la propiedad de los demás. Pero es un pecado hasta más grave (sacrilegio) estropear la propiedad de la iglesia de Dios.
9. Respeto por las Cosas Sagradas
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9.1 Los muchachos se tocan o se levantan el sombrero: Los muchachos que llevan puesto sombrero, al pasar por enfrente de una iglesia católica u ortodoxa, lo deben levantar un poco o, al menos, tocarlo; porque, Cristo está verdaderamente presente en el sagrario de aquel templo. Si no llevan puesto sombrero, se persignan.
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9.2 Las muchachas se persignan: Las muchachas, al pasar por enfrente de un iglesia católica u ortodoxa, se persignan; pues, Cristo está verdaderamente presente en el sagrario de aquella iglesia.
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9.3 Al oír el nombre de Jesús, inclínate un poco la cabeza: “Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10- 11; Romanos 14:11)
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9.4 Las damas se cubren la cabeza en la iglesia: La tradición de la Iglesia Católica para los laicos, conforme a las enseñanzas bíblicas, ha obligado a que las damas lleven puesto velo o sombrero en el templo. Esta costumbre no ha sido abolida; sin embargo, la Iglesia, sabia en sus consejos para salvarnos, ha animado a los fieles a visitar con frecuencia a Cristo Sacramentado presente en el sagrario, y, por lo tanto, ha alentado a las damas en esta práctica aun cuando no lleven velo o sombrero. No le gustaría a la Iglesia tampoco que una dama faltara a una misa sencillamente por no tener sombrero o velo. En resumen, la antigua tradición bíblica se mantiene en vigor; sólamente por la imprevista falta de sombrero o velo, está permitido a la dama católica entrar en un templo con cabeza descubierta. El hombre, al contrario, debe entrar en una iglesia con cabeza descubierta. “Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra!” (I Corintios 11:4-7).
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9.5 Los hombres no se deben cubrir la cabeza en la iglesia: “Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza” (I Corintios 11:4). 9.6 Guarda silencio en la iglesia: Guarda un silencio respetuoso en la santa Misa, en otras celebraciones litúrgicas y en los ejercicios espirituales. En estas ocasiones, no se debe hablar a menos de que haya necesidad urgente.
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9.6 Participa plenamente en la acción de la santa Misa: A beneficio de toda la comunidad, cada miembro debe participar plenamente en las oraciones, los cantos, los gestos litúrgicos, etc., de la santa Misa y de cualquier otra celebración litúrgica..
10. Reglas en la Mesa de Comer
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10.1 Lávate las manos antes de comer.
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10.2 No te metas el cuchillo en la boca.
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10.3 No bebas de un vaso que lleve cucharita.
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10.4 Los hombres, al estar sentados en la mesa de comer, nunca deben llevar puesto un sombrero.
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10.5 No te limpies los dientes con palillo en la mesa: A veces pedacitos de comida pegados entre los dientes pueden estar muy molestos; si es necesario quitarlos, pon tu servilleta delante de la boca y, desde atrás de ella, quítalos con un picadientes; nunca uses las uñas.
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10.6 Si usas popote, no seas ruidoso: si estás tomando una bebida con popote, al alcanzar al fondo del vaso, no seas ruidoso, chupando como aspiradora.
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10.7 Al comer caldo con una cuchara, no hagas sorbos ruidosos: Del lado de la cuchara, sorbe con una suavidad silenciosa; o, también del lado de la cuchara, con tu labio superior, cubre el caldo o consomé, llévalo adentro y pásalo. Tu cabeza no debe estar cerca del plato.
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10.8 Corta tu comida en trocitos antes de comerla: Corta tu comida en trozos pequeños antes de levantarla con tenedor. No cortes en pedazos toda la comida de una vez, sino córtala pedacito por pedacito, así como vayas comiendo. Procura que el tamaño de los pedazos no hagan bulto en tus mejillas.
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10.9 Antes de comer, pon tu servilleta en las rodillas: La servilleta se extiende en el regazo. No la metas en el cuello o entre los botones de la camisa.
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10.10 No untes todo el bolillo de una vez: Si el pan es rebanado o bolillo, no untes el pedazo entero con mantequilla sino separa de la parte más grande pedacitos untados por separado, y cómelos pedacito por pedacito.
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10.11 No limpies tu plato con un pedazo de pan: No seques tu plato con un pedazo de pan. Si el jugo o salsa es muy caro y rico, está permitido poner un pedacito de pan en el plato y, con tenedor y cuchillo, empaparlo.
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10.12 Cuando mastiques, no hagas sonidos desagradables: Mastica en silencio con tus labios cerrados. No te relamas de gusto.
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10.13 No hagas ruido al dejar que la cuchara o tenedor toque tus dientes: Esta acción distrae la atención dirigiéndola hacia ti.
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10.14 No hables con comida en la boca: Si tienes comida en la boca y si quieres hablar, trágala primero. Si hablas con la boca llena, es difícil entenderte. También hay peligro que salpiques al oyente con ella.
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10.15 Antes de comer, procura que a los demás no les falte algo: No seas glotón. Si a alguien le falta algo, trata de ayudarle y, después, empieza a comer tú. “Cuando ustedes se reúnen, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor; porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. ¿no tienen casas para comer y beber? ¿O es que desprecian a la Iglesia de Dios y avergüenzan a los que no tienen? ¿Qué voy a decirles? ¿Alabarlos? ¡En eso no los alabo!” (1 Corintios 11:20-22)
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10.16 Si te sientes con ganas de estornudar o toser, protege a los demás: Si vas a estornudar o toser, párate rápido y, para detener la ráfaga de aire, cubre tu nariz y boca con tu mano, con un pañuelo, si tienes tiempo para sacarlo, y estornuda o tose hacia donde no hay gente. Muchos estudios han demostrado que un estornudo no controlado puede esparcir los microbios muy lejos, contaminando a las personas y superficies de alrededor.
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10.17 Al sonarte la nariz, no llames la atención: Cuando estés a la mesa con la forzosa necesidad de sonarte la nariz, procura hacerlo de la manera que menos llame la atención: (1) párate, (2) saca tu pañuelo, desdóblalo pero no por completo, sino hasta que tengas un lugar suficiente; procura que diariamente esté limpio, (3) vuélvete a un lado para que no te quedes de frente a la comida y la gente, y (4) suénate la nariz de una manera suave y calmada, no como claxon.
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10.18 Nunca te hurgues la nariz en público, sobre todo en la mesa: En la forzosa necesidad de deshacerte de algo muy molesto en la nariz, lo cual no puede realizarse al sonarte la nariz suavemente, pide permiso para retirarte y quitártelo afuera o en el sanitario.
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10.19 No comas con los codos puestos en la mesa: Está permitido poner los codos en la mesa (1) sólamente entre los diferentes platos que se presenten y (2) durante la conversación placentera que, de costumbre, se lleva a cabo cuando se sirven el postre, el café y los licores.
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10.20 No opines, si no te gusta la comida: Nunca debes (1) decir que no te gusta la comida o (2) expresar las razones por las cuales no te agrada. Tu comentario, puede predisponer a otros contra la comida, especialmente a los niños y muchachos que son muy sugestionables. Tales opiniones son muy ofensivas no sólamente a los que se esmeraron en preparar la comida sino a los que están, en realidad, gozando de ella.
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10. 21 No comas hasta que la mayor parte tenga su plato: No empieces a comer hasta que hayan sido servidos la mayor parte de los convidados. Debes comer para vivir; no debes vivir para que puedas comer. Demuéstrate disciplinado. Trabaja para que tengas dominio sobre tu propia voluntad. Si no te puedes controlar en la mesa, hay la gran posibilidad de que no te puedas controlar en otras ocasiones, por ejemplo, guardar silencio cuando estés enojado, resistir a la tentación cuando se te presente, etc.
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10.22 Platica sólamente temas agradables: Si quieres digerir bien la comida, come lenta y calmadamente. En la mesa, no debes sacar a colación asuntos groseros ni controvertidos.
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10.23 Urbanidad Cristiana: Para leer una explicación más elaborada de la urbanidad cristiana, véase la publicación de Oratory Academy sobre Damas y Caballeros Cristianos.